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19 Octubre 2020 - Story

“Estuvimos semanas con la casa inundada por la Tormenta Amanda”

La estación lluviosa en El Salvador, siempre ha sido difícil para Esperanza y su familia. Todas las casas de su vecindario se inundan siempre que llueve muy fuerte o por varios días, pues su calle no posee ninguna forma de drenar el agua y hasta el momento las autoridades no han ofrecido una solución.

“Una media lluvia y siempre se llena de agua. Lo primero que hacemos es subir las cosas; buscar donde trabarlas para que no se nos arruinen. Las camas las subimos en ladrillos para que no se mojen”, explica Esperanza.

Pero la noche del 31 de mayo fue mucho peor que de costumbre. Las lluvias torrenciales de la tormenta tropical Amanda inundaron fácilmente la comunidad de Triunfos de La Paz, donde vive Esperanza junto a su pareja, su hija Azucena de 11 años, y su hijo Carlos de dos años. Las cosas empeoraron cuando tras Amanda vino la tormenta Cristóbal, forzando a Esperanza y su familia a permanecer casi tres semanas encerrados en su pequeña vivienda, sin poder salir debido al agua que les llegaba casi hasta las caderas, después de los casi ocho días de lluvia constante y la falta de desagüe apropiado en su comunidad.

“Cuando nos dimos cuenta que la lluvia iba a durar varios días nos afligimos. Aquí se llena demasiado con un día que llueva, ahora imagínese ocho días. Sentíamos que nos íbamos a ahogar y no sabíamos que hacer. Cuando pasó la tormenta, estuvo inundado como 15 días”, expresa Esperanza.

Amanda es, oficialmente, la primera tormenta tropical del 2020 en la costa este del Océano Pacífico.  Aunque de corta duración, dejó a su paso una estela de devastación desde el sur de México hasta Nicaragua, pero fue en El Salvador donde desató su mayor furia, afectando severamente a cerca de 150,000 personas, cobrando la vida de 30 y causando la desaparición de otras diez, tal y como se informó en los Reportes de Situación difundidos por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

Al unirse a la tormenta tropical Cristóbal proveniente del Atlántico, los dos fenómenos meteorológicos provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra en casi todo el territorio del país. Los daños a la infraestructura pública han sido estimados en US$8 millones. Además, tal y como indició el Programa Mundial de Alimentos en sus Reportes de Situación, las tormentas provocaron la destrucción de $21 millones en cultivos y eso ha puesto en riesgo de inseguridad alimentaria a más de 336,000 personas.

Esperanza y su familia, comparten un terreno con otros familiares, quienes han construido pequeñas viviendas con piso de tierra, paredes y techos de lámina iguales a la casa de Esperanza. Las construcciones débiles son particularmente vulnerables a las inclemencias del tiempo, y el hogar de Esperanza no pudo soportar los ocho días de lluvia causados por las tormentas Amanda y Cristóbal.

“Al segundo día, cuando empezó a llover más… las láminas se picaron y se rompieron. El techo ya no sirve. Hoy, cada vez que llueve, tengo que sacar la cama afuera para que se seque y no se pudra”, explica.

Por esta razón, y como parte de su respuesta a la emergencia causada por las tormentas Amanda y Cristóbal, Save the Children en El Salvador entregó kits de mejora de vivienda a 50 familias, incluyendo la de Esperanza. Otras 315 familias fueron beneficiadas con kits de higiene familiar y tarjetas multipropósito para la compra de alimentos, o kits de higiene y limpieza especialmente diseñados para las familias albergadas en centros temporales.

“Con esto, voy a poder arreglar mi casa para que ya no se me moje. Me da alegría, porque no podíamos ni dormir cuando llovía. Yo le agradezco a Save the Children por el apoyo que nos ha brindado a mí y a otras familias de la comunidad”, explica Esperanza.

La reparación de su vivienda significará un peso menos en los hombros de Esperanza y su familia. Es Esperanza, como muchas mujeres que están en la primera línea durante las emergencias, quienes realiza las acciones de preparación y mitigación ante las tormentas en su hogar, además de las tareas de cuidado como buscar agua, limpiar la casa y cocinar.

Esperanza confía que las cosas mejoren antes que empiece la temporada de corte de caña, cuando ella pueda trabajar como rozadora de caña y contribuir a la economía del hogar, pues los ingresos de su pareja se han visto duramente afectados por la pandemia y la tormenta. De la misma manera, sueña con que las escuelas reabran sus puertas, para que Azucena pueda volver a estudiar y jugar con sus amigas, pues ella sabe que la niña necesita recuperar alguna forma de normalidad en su vida. 

Sin embargo, mientras no se logre resolver el problema de desagüe en la comunidad de Esperanza, su familia y todas las demás personas que viven en Triunfos de La Paz seguirán viviendo con el temor de inundaciones constantes en su calle y viviendas.

*Los nombres de los protagonistas han sido cambiados para proteger su identidad.