RELATO DESDE EL CAMPO: LA VIDA BAJO EL ASEDIO EN LA CONVULSIONADA HAITÍ
Palabras de Pierre Joseph*, 34 años, asesor de Save the Children en Haití. Pierre Joseph ha trabajado como personal humanitario durante más de 13 años, inspirado para ayudar a su comunidad por su padre, a quien también le apasionaba apoyar proyectos locales. Desde entonces, Pierre Joseph se ha sumado a múltiples respuestas humanitarias, poniendo en marcha programas para ayudar a las familias a conseguir alimentos e ingresos ante la crisis.
En la actualidad, Pierre Joseph vive en un alojamiento temporal en una ciudad de Haití con su esposa y su bebé de seis meses, tras verse obligado a abandonar dos hogares diferentes como consecuencia del recrudecimiento de la violencia.
"Cada día es cuestión de vida o muerte bajo el control de las pandillas en Haití. No hay día en que no escuche el sonido de disparos o historias de amigos y familiares obligados a huir de sus hogares. La situación es especialmente extrema en las zonas urbanas, que rebosan de familias desplazadas que se agolpan en busca de seguridad en las escuelas, en los patios de las iglesias, en cualquier lugar donde encuentren un poco de seguridad.
Pero siento pasión por mi país y creo en mi comunidad, razón de peso por la que mi familia y yo seguimos aquí. Soy el único de mis hermanos que no ha huido de Haití. Mi compromiso de quedarme es una elección y una convicción.
Mi familia vivía en un barrio común y corriente cuando la zona quedó bajo el control de grupos armados en junio de 2022. Fui testigo de un intento de secuestro dos vehículos más adelante mientras conducía hacia el trabajo. Por suerte para ese conductor había un coche de policía cerca que pudo ahuyentar a los atacantes armados. Pero fue una llamada de atención para que mi familia buscara una ciudad más segura.
Después de mudarnos, nos sentimos seguros por poco tiempo. Pero en enero, la nueva ciudad también cayó bajo el poder de los grupos armados, y una vez más nos vimos obligados a marcharnos. Ahora estoy en un alojamiento temporal con mi esposa y mi hijo hasta que encontremos un lugar más seguro donde quedarnos más tiempo.
Es imposible que esta situación en Haití no afecte a tu salud mental. Siempre estás estresado. Siempre al límite. Cada vez que oyes disparos, que es a menudo, te entra el pánico. No tienes paz mental ni de día ni de noche.
Mi mujer dio a luz a nuestro primer hijo hace seis meses. Tuvieron que hacerle una cesárea y estaba muy frágil tras la operación, pero le resultó muy difícil conseguir la ayuda que necesitaba para su recuperación y para mantener a nuestro bebé en sus primeros meses de vida.
Con tantos hospitales y carreteras cerrados, mi mujer ha faltado a citas médicas importantes. También nos aterroriza quedarnos sin suministros esenciales para el bebé. A veces vamos al supermercado y nos dicen que se han agotado.
Hay algo en el hecho de que los supermercados no funcionen y no puedas comprar lo básico, aunque tengas dinero, que te hace entrar en pánico.
Por primera vez, nos enfrentamos a una crisis en la que nada funciona, en la que el gobierno simplemente no funciona. La mayoría de las empresas cierran sus puertas y abandonan el país.
Nuestros suministros de alimentos se han colapsado, y por ello tenemos a millones de personas en todo el país sin lo suficiente para comer. Hay familias al borde del hambre, pero los bloqueos de carreteras y la violencia de las bandas impiden que las organizaciones humanitarias lleguen hasta ellas. Todo el mundo lucha también por encontrar combustible, y hace ya seis meses que vivo sin electricidad. Hemos estado utilizando formas alternativas de energía, como paneles solares.
Todo el mundo tiene miedo y está abandonando el país. Yo sé que es peligroso quedarse, y también tengo la responsabilidad con mi familia, y en particular con mi bebé, de mantenerlos a salvo. Quiero asegurarme de que mi hijo crezca en un lugar pacífico.
Haití necesita ayuda ahora. Haití necesita apoyo ahora. Hay tanta gente sufriendo. Tanta gente lucha incluso por una comida al día. Comprendo que Haití no puede salir de esta situación por sí solo. Las escuelas, las actividades, los mercados... necesitan ayuda para volver a la normalidad.
Esta es una llamada de auxilio".
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