CASI 10 MILLONES DE NIÑOS Y NIÑAS PODRÍAN NO REGRESAR NUNCA A LA ESCUELA TRAS EL CONFINAMIENTO POR LA COVID-19
Un nuevo reporte de Save the Children alerta de una «emergencia educativa mundial sin precedentes».
- El mundo se enfrenta a una emergencia educativa oculta.
- Se calcula que en los países más pobres, la COVID-19 ha dejado un déficit de financiación de la educación de 77 000 millones de dólares.
- En 12 países, los niños y las niñas corren un riesgo extremadamente alto de abandonar sus estudios para siempre.
- En otros 28 países, corren un riesgo alto o moderado de no volver a la escuela.
- Mientras las escuelas permanecen cerradas, las niñas están más expuestas a la violencia de género y corren un mayor riesgo de contraer matrimonio o quedar embarazadas en la adolescencia.
- Save the Children hace un llamado a aumentar la financiación de la educación, incluso mediante la conversión de deuda por inversión en la infancia.
Los amplios recortes presupuestarios en educación y el aumento de la pobreza como consecuencia de la pandemia de COVID-19 podrían obligar a por lo menos 9,7 millones de niños y niñas a abandonar la escuela para siempre hacia finales de este año, y hacer que millones más se queden rezagados en sus estudios, advierte Save the Children en un nuevo informe publicado hoy.
Las niñas probablemente se verán mucho más afectadas que los niños y muchas de ellas serán obligadas a casarse. A medida que los efectos de la recesión que ha desencadenado la COVID-19 comiencen a afectar a las familias, muchos niños y niñas se verán forzados a dejar la escuela y entrar en el mercado laboral.
En este informe, Save the Children pide a los gobiernos y los donantes que respondan a esta emergencia educativa mundial invirtiendo urgentemente en educación a medida que las escuelas empiecen a reabrir sus puertas tras meses de confinamiento.
La organización insta, asimismo, a los acreedores comerciales a suspender la exigencia del pago de la deuda de los países de bajos ingresos, una medida que podría liberar 14 000 millones de dólares para invertirlos en educación.
«Sería inadmisible permitir que recursos que se necesitan tan desesperadamente para mantener viva la esperanza que brinda la educación se desvíen al pago de la deuda», dijo Inger Ashing, directora ejecutiva de Save the Children. La organización pide a los gobiernos que utilicen sus presupuestos para garantizar que los niños y las niñas tengan acceso a la educación a distancia mientras se mantienen las medidas de confinamiento, y apoyen a aquellos niños y niñas que se han quedado rezagados.
El informe Salvemos nuestra educación revela los devastadores efectos que el brote de COVID-19 tendrá en este campo. Si el presupuesto para la educación se mantiene en un nivel medio, la organización calcula que en algunos de los países más pobres del mundo, la recesión dejará un déficit del gasto en educación de 77 000 millones de dólares en los próximos 18 meses. En el peor de los casos, si los gobiernos reorientaran los recursos de la educación a otros ámbitos de respuesta a la COVID-19, a finales de 2021, esta cifra podría escalar a la increíble suma de 192 000 millones de dólares.
La inminente crisis presupuestaria se produce después de que, a raíz de la implementación de las medidas de confinamiento, se observara un pico en el número de niños y niñas sin escolarizar, que ascendió a 1600 millones a nivel mundial.
Inger Ashing dijo: «Alrededor de 10 millones de niños y niñas podrían no regresar nunca a la escuela; esta es una emergencia educativa sin precedentes y los gobiernos deben invertir urgentemente en educación. En lugar de ello, corremos el riesgo de que se lleven a cabo recortes presupuestarios inauditos que profundizarán las desigualdades existentes entre personas ricas y pobres, y entre niños y niñas. Sabemos que los niños y las niñas más pobres y marginados, que ya eran los que estaban más rezagados, han sido los que más han salido perdiendo al no contar con acceso a la educación a distancia -o a ningún tipo de educación- durante la mitad del año académico».
Antes del brote de COVID-19, ya había 258 millones de niñas, niños y adolescentesi sin escolarizar. El Índice de vulnerabilidad que se incluye en el informeii muestra que en 12 países, principalmente en África Central y Occidental, pero también en Afganistán y Yemen, los niños y, en particular, las niñas, corren un riesgo muy alto de no regresar a la escuela una vez que se levante el confinamiento.
En otros 28 países, la infancia corre un riesgo alto o moderado de no volver a la escuela y de padecer los efectos a más largo plazo de las crecientes desigualdades. En total, Save the Children estima que, a finales de este año, unos 9,7 millones de niños y niñas podrían verse obligados a abandonar la escuela.
En la actualidad, más de 1000 millones de niños y niñasiii no asisten a la escuela debido a la pandemia mundial. Aisha*, una adolescente etíope de 15 años, es una de ellos:
«Hace tres meses, me iba muy bien en todo. Estaba disfrutando de estar en sexto grado. Cuando íbamos a la escuela, jugábamos con nuestros amigos y aprendíamos. La escuela también nos proporcionaba una comida diaria. Ahora, después de este virus, no puedo ir a la escuela ni ver a mis amigos. Hecho mucho de menos la escuela y a mis amigos».
«Han pasado casi tres meses desde que se cerraron las escuelas y, como muchos niños y niñas aquí, paso la mayor parte del tiempo cuidando del ganado y algunas veces, ayudo a mi madre con las tareas domésticas, como limpiar y cocinar».
Muchos de los 12 países que encabezan el índice del informe ya tienen altas tasas de niños y niñas sin escolarizar, y una marcada diferencia en la asistencia escolar en función de la riqueza y el género. Es probable que estos factores se vean exacerbados por el cierre de las escuelas, y los niños y las niñas de familias sumidas en la pobreza sean los más afectados.
Los niños y las niñas de estos países se ven también atrapados en un círculo vicioso de riesgo: corren más peligro de ser obligados a trabajar y las adolescentes están especialmente en riesgo de sufrir violencia de género, ser forzadas a casarse o quedar embarazadas, una posibilidad que aumenta cuanto más tiempo están sin ir a la escuela. Los mismos riesgos afectan directamente su capacidad de regresar a la escuela. El brote de COVID-19, sumado a la drástica reducción del gasto en educación, podría ser un duro golpe para millones de niños y niñas.
En muchos países, Save the Children ha proporcionado materiales de educación a distancia, como libros y kits de aprendizaje en casa, para apoyar a los estudiantes durante el confinamiento, trabajando en estrecha colaboración con los gobiernos y los docentes para impartir lecciones y prestar apoyo a través de la radio, la televisión, los teléfonos, las redes sociales y las aplicaciones de mensajería.
A pesar de los esfuerzos de los gobiernos y las organizaciones, unos 500 millones de niños y niñasiv no tuvieron acceso a la educación a distancia, y muchos de los niños y las niñas más pobres puede que no tengan padres alfabetizados capaces de ayudarlos. Al haber perdido meses de aprendizaje, muchos niños y niñas tendrán dificultades para ponerse al día, lo que aumenta las probabilidades de que abandonen la escuela.
Save the Children advierte de que para muchos niños y niñas el cierre de las escuelas ha significado mucho más que la pérdida de educación: es quitarles un lugar seguro donde jugar con sus amigos, comer y acceder a servicios de salud, incluidos los de salud mental. Los docentes a menudo son quienes están en primera línea para proteger a los niños y las niñas que sufren abusos en el hogar y responder a sus necesidades. Con el cierre de las escuelas, estas salvaguardas desaparecen.
Inger Ashing continuó:
«Si permitimos que esta crisis educativa se desarrolle, el impacto en el futuro de los niños y las niñas será duradero. La promesa que el mundo ha hecho de garantizar que todos los niños y las niñas tengan acceso a una educación de calidad para 2030 quedará postergada por años.»
«Los gobiernos deben poner los intereses de la infancia por encima que las demandas de los acreedores. Ya sea que vivan en un campamento de refugiados en Siria, una zona de conflicto en Yemen, un área urbana hacinada o una aldea rural remota, todos los niños y las niñas tienen derecho a aprender, desarrollarse y construir un futuro mejor que el que pudieron tener sus padres. La educación es la base para lograrlo y no podemos permitir que la COVID-19 se interponga en el camino».
Save the Children insta a los gobiernos y los donantes a garantizar que los niños y las niñas que no asisten a la escuela tengan acceso a la educación a distancia y a servicios de protección. Quienes regresen a la escuela deben poder hacerlo de manera segura e inclusiva, con acceso a comidas escolares y servicios de salud. Las evaluaciones del aprendizaje y las clases de recuperación deben adaptarse para que los niños y las niñas puedan ponerse al día con los contenidos perdidos.
Para garantizar el logro de estos objetivos, Save the Children pide que el Banco Mundial aumente la financiación en educación con una asignación de 35 000 millones de dólares. Los gobiernos nacionales deben priorizar la educación, desarrollando e implementando respuestas educativas y planes de recuperación para hacer frente a los efectos de la COVID-19 a fin de garantizar que los niños y las niñas más marginados puedan continuar aprendiendo.