Mujeres, adolescentes y niñas hacen frente a emergencia en Perú
Rosa, una niña de casi tres años, perdió su casa durante el terremoto que afectó la región de Amazonas y Cajamarca, ambas ubicadas al norte de Perú. Era de noche cuando sucedió. No se dio cuenta que su casa se había destruido.
- “Quiero mi casa. Quiero irme a casa”, solía pedir Rosa con tristeza a su madre Adela.
Ahora vive con su familia en carpas temporales en el departamento de Amazonas, ubicado en la zona norte de Perú.
- “Ahora vives en una casa blanca (tienda de campaña). Mira qué bonita es” le decía su madre tratando de animarla.
- “Mi casa blanca. Es mi casa”, dice ahora Rosa sonriendo refiriéndose al lugar en el que vive.
- “Tenemos que salir adelante de esta situación”, comenta Adela y agrega “por eso le enseño a mi hija estas cosas para que sea fuerte (…) sé que viene algo mejor para nosotros”
En estas zonas predomina el clima cálido, las lluvias copiosas, sus campos son fértiles, ideales para el cultivo de granos y árboles frutales. La mayor parte de la población trabaja la tierra en “chacras”, fincas para la siembra de cacao, maíz, café, así como para la crianza de animales, que sirven para la subsistencia de las familias y la producción agrícola. Antes del sismo, se estimaba que el 46% de esta población vivía en situación de pobreza.
Desafortunadamente, en noviembre de 2021, un sismo de 7,5 grados de magnitud sacudió y afectó alrededor de unas 900 familias. El terremoto destruyó diversos centros poblados de la región, carreteras de acceso, centros de salud, y escuelas.
Lamentablemente, esto no fue todo, la misma región también sufrió deslizamiento de tierra además otro sismo de 6.5 de magnitud y el desbordamiento de un río. Los desastres dejaron a su paso a más de dos mil familias sin hogar, incrementando así la población afectada más de 10,000 personas1. Incluso algunas familias volvieron a perder todo de nuevo.
Las familias damnificadas ahora están ubicadas en ocho albergues y cada familia ha recibido carpas temporales para vivir.
A pesar de esta situación, las niñas, adolescentes y mujeres peruanas han tomado un rol de liderazgo y de trabajo para hacer frente a esta situación. Desde la primera Cumbre Mundial Humanitaria celebrada en el 2016 2, ya se discutía el rol preponderante de las mujeres en los contextos humanitarios, no únicamente como receptoras de ayuda.
Desde ese espacio, cada vez se reconoce más la participación de las mujeres en los espacios de toma de decisiones en los contextos humanitarios, así como en la labor que ejercen enmantener unidas a las familias y en la participación activa de grupos de autoayuda y comunitarios.
Es así como esta esperanza y labor que transmiten y fomentan adolescentes y mujeres es esencial para hacer frente a las crisis humanitarias y poder recuperarse ante estas catástrofes.
“Estoy aquí (en el albergue) con mi familia porque mi casa se destruyó por el desbordamiento del río (…) Aquí en el albergue me encargo del almacén para dar alimentos a las señoras que cocinan la comida para las 27 familias que estamos acá”, expresó Carmen quien ahora vive en el albergue El Salao con su familia.
Carmen también contribuye a asegurar agua para todas las familias que viven en el albergue. Ella está a cargo del tanque de agua.
En otro albergue, en San Luis La Caldera, también en Amazonas, Stefany, una adolescente de 14 años, sigue soñando con su futuro. Perdió su casa a causa del terremoto: “mi casa está enterrada. Mi escuela se inundó (…) Estoy buscando un lugar para estudiar. Lo bueno fue que pude terminar la escuela el año pasado y sueño con ser abogada”.
En el albergue de San Isidro, Rosa, Adela y otras mujeres trabajan en la agricultura para obtener ingresos económicos para sus familias. Las mujeres y niñas han demostrado cómo hacer frente a los impactos climáticos, implementando mecanismos de supervivencia y adaptación a estos nuevos contextos. Adela, Stephanie, Rosa y Carmenson un ejemplo de ello.
Según la ONU, “la experiencia e investigaciones demuestran que cuando se incluye a las mujeres en la acción humanitaria, toda la comunidad se beneficia. A pesar de esto, las mujeres y las niñas a menudo quedan excluidas de los procesos de toma de decisiones que dan forma a las estrategias de respuesta que afectan su capacidad y la de su comunidad para recuperarse de la crisis”.
Save the Children reconoce el liderazgo de las mujeres en las respuestas humanitarias, entre ellas en la prevención de la violencia de género y en la protección niñas y niños en los albergues. En esa línea, impulsamos a las adolescentes y mujeres a que se desempeñen como agentes de protección, para ello se les ha brindado capacitaciones y herramientas para asumir esta responsabilidad.
“Para mí es una experiencia nueva. Yo estaba a cargo de proteger a mis hijos como madre, y ahora estamos trabajando protegiendo a los niños y niñas de nuestro pueblo”, menciona Adela.
“A pesar de este desastre, hubo un rayo de sol y esa luz es Save the Children. Hemos recibido ayuda económica y ustedes han estado con nosotros desde el comienzo de esta crisis y continúan con nosotros”. Adela finaliza con estas palabras “su trabajo y solidaridad nos enseñan a ser como ustedes”.
Sin duda, estas niñas, adolescentes y mujeres adultas demuestran cómo con su resiliencia y fortaleza enfrentan esta situación humanitaria, generando esperanza para sus familias, sus comunidades y sí ellas mismas. Sin embargo, aún queda trabajo por hacer para atender esta situación humanitaria y Save the Children sigue comprometido en responder a todas las crisis humanitarias para no dejar a nadie atrás en especial a niñas, niños y adolescentes.