CINCO FORMAS EN QUE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES HAN PROGRESADO EN LOS ÚLTIMOS 100 AÑOS
LONDRES/GINEBRA, 25 de septiembre de 2024 - La vida de los niños, niñas y adolescentes ha cambiado a mejor en muchos aspectos en los 100 años transcurridos desde que la comunidad internacional aprobara la pionera Declaración de Ginebra sobre los Derechos de la Niñez, pero todavía hoy se les siguen negando sus derechos en muchos lugares. La fundadora de Save the Children, Eglantyne Jebb, redactó la declaración adoptada por la Sociedad de Naciones el 26 de septiembre de 1924, en la que se afirmaba oficialmente por primera vez que los niños, niñas y adolescentes no eran posesiones de los adultos y merecían sus propios derechos. Dejaba claro que los niños, niñas y adolescentes tenían derechos fundamentales a la educación, a la protección en tiempos de angustia, a la alimentación y a la seguridad frente a la explotación.
La declaración de Jebb impulsó un siglo de progreso y transformó la vida de generaciones de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, hoy en día, los derechos de la niñez y adolescencia corren el riesgo de verse mermados y desatendidos, con una desigualdad cada vez mayor debido a la escalada de la guerra y la violencia, el devastador impacto de la crisis climática, la pobreza y la discriminación.
En consecuencia, la misión de Save the Children de apoyar a los niños, niñas y adolescentes para que reclamen sus derechos es tan urgente y relevante hoy como lo era hace un siglo. En Save the Children, defender los derechos de la niñez y adolescencia es nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro.
A continuación, se presentan cinco formas en las que la vida de los niños, niñas y adolescentes ha mejorado desde 1924, así como las tendencias actuales que, en algunos casos, corren el riesgo de revertir sus derechos:
1. LA MORTALIDAD INFANTIL HA DISMINUIDO DRÁSTICAMENTE
En 1924, un tercio de los niños y niñas moría antes de cumplir cinco años. En 1950, uno de cada cuatro niños y niñas moría en todo el mundo antes de cumplir los cinco años. Hoy en día, esa probabilidad ha descendido a menos de cuatro de cada 100, y todas las regiones del mundo están progresando, a pesar de que las tasas siguen siendo elevadas en varios países, como Somalia y Sudán del Sur. [1]
La drástica reducción se debe a cambios como una mejor atención sanitaria, incluida la de los recién nacidos, una mejor nutrición, agua más limpia, vacunas, medicamentos y menos hambrunas. Save the Children se enorgullece de haber formado parte de este progreso. En Nepal, por ejemplo, nuestro trabajo contribuyó a la Ley de Servicios de Salud Pública de 2018, que amplió la cobertura de vacunación, dando a los niños y niñas de todo el país la mejor oportunidad de un comienzo saludable en la vida.
Sin embargo, los avances en la reducción de la mortalidad infantil se han estancado en los últimos años, y se prevé que 3,8 millones de niños y niñas seguirán muriendo antes de cumplir los cinco años en 2030[2].
2. LA MAYORÍA DE LOS NIÑOS Y NIÑAS TERMINAN LA ESCUELA
En la actualidad, casi nueve de cada 10 (88%) niños y niñas en edad de cursar primaria y seis de cada 10 (59%) en edad de cursar secundaria superior terminan sus estudios. Esta cifra contrasta con la de 1924, cuando en todo el mundo más de seis de cada 10 personas carecían por completo de educación formal.
Hoy en día, el acceso a la educación se considera un derecho fundamental y en muchos lugares el gobierno tiene el deber de proporcionarla. En Zimbabue, nuestro trabajo contribuyó a la aprobación de la Ley de Enmienda de la Educación en 2020, que introdujo cambios como que las estudiantes embarazadas no serían excluidas de la escuela y que ningún alumno se quedaría sin escolarizar por no poder pagar las tasas escolares. Recientemente, problemas como los conflictos y las crisis climáticas han puesto en peligro algunos de los avances logrados. Fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y olas de calor han provocado el cierre de escuelas en todo el mundo, afectando a más de 400 millones de alumnos desde 2022, según un reciente análisis del Banco Mundial [3]. Incluso cuando las escuelas pueden permanecer abiertas, el aumento de las temperaturas puede afectar a la concentración de los niños, niñas y adolescentes.
También hay millones de niños, niñas y adolescentes sin escolarizar en zonas de conflicto, incluidos más de 18 millones en Sudán y 625.000 - niñez en edad escolar- en Gaza.
3. LA MAYORÍA DE LOS NIÑOS, NIÑAS y ADOLESCENTES NO ESTÁN OBLIGADOS A TRABAJAR
Hace 100 años, se esperaba que la mayoría de los niños, niñas y adolescentes contribuyeran a los ingresos familiares, quizás trabajando en la granja familiar, en una fábrica o en una mina. Hoy en día, alrededor de nueve de cada 10 niños, niñas y adolescentes no realizan trabajo infantil, definido legalmente como un trabajo que interfiere en el desarrollo físico y mental de la niñez y en su asistencia a la escuela.
Con la adopción en 2015 de la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relativa a la erradicación del trabajo infantil, la comunidad internacional se comprometió a poner fin al trabajo infantil en todas sus formas para 2025, pero la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en todo el mundo 160 millones de niños, niñas y adolescentes siguen trabajando, y se prevé que esta cifra aumente. La mitad de estos niños, niñas y adolescentes realizan directamente trabajos peligrosos que ponen en peligro su salud y seguridad.
4. MENOS NIÑOS Y NIÑAS SUFREN RETRASO EN EL CRECIMIENTO
En pocas décadas se ha producido una drástica reducción del retraso en el crecimiento - cuando se considera que un niño o niña es demasiado bajo para su edad porque no recibe alimentos suficientes o nutritivos en el útero o en la primera infancia. Desde 1990, la prevalencia del retraso del crecimiento entre los niños o niñas menores de cinco años en todo el mundo ha descendido del 40% al 22% en 2022, es decir, se ha reducido a la mitad en poco más de 30 años.
Save the Children ha contribuido a este avance en lugares como Filipinas, donde ayudamos a promulgar una ley para garantizar que las madres reciban una nutrición y una atención sanitaria adecuadas antes, durante y después del parto. La “Ley de los primeros 1000 días”, aprobada en 2018, ayuda a reducir la desigualdad y la malnutrición, ya que garantiza que todos los niños y niñas tengan acceso a servicios de salud y nutrición desde el momento en que son concebidos hasta los dos años de edad, lo que se conoce como la “ventana de oportunidades” para cada niño y niña.
Aun así, los avances se están estancando y los niveles de hambre en el mundo son ahora más altos que en 2015[4]. [4] Si no se aceleran los avances, para 2030 -la meta acordada en el mundo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU- la malnutrición dejará a más de uno de cada cinco bebés con retraso en el crecimiento [5].
5. LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES HABLAN DE SUS DERECHOS Y DE LOS CAMBIOS QUE QUIEREN VER
El viejo adagio de que “a los niños hay que verlos y no oírlos” se ha puesto en tela de juicio con frecuencia en los últimos años. Hoy en día, los llamamientos de los niños, niñas y adolescentes a la acción están empezando a llevar a los responsables políticos y a los responsables de la toma de decisiones a actuar en cuestiones clave que afectan a los niños, niñas y adolescentes como la emergencia climática y las leyes nacionales sobre derechos, empujándolas hacia arriba en las agendas públicas y políticas.
El año pasado, apoyamos a más de 14.200 niños, niñas y adolescentes de 40 países para que lideraran y participaran en campañas por un futuro más verde y justo como parte de nuestra campaña Generación Esperanza. Apoyamos a los niños, niñas y adolescentes para que alzaran su voz, compartieran sus opiniones y pidieran cuentas a los líderes mundiales en foros regionales y mundiales como la cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y la Conferencia de las Partes (COP).
Apoyar a los niños, niñas y adolescentes para que reclamen sus derechos y amplificar las voces de los niños sobre las cuestiones que les importan ha sido un principio básico del trabajo de Save the Children con la niñez, adolescencia y las comunidades, pero los niños, niñas y adolescentes nos dicen que hay que hacer más.
Rachel, de 16 años, una niña activista que vive en Malawi, un país afectado por la crisis climática dijo que tiene que haber más espacios para las voces de las niñas en los debates relacionados con el cambio climático. “Las niñas están excluidas de los procesos de toma de decisiones relacionados con el cambio climático a pesar de ser las más afectadas”.